Cuantas veces habremos escuchado esto de que todos tenemos dos caras, la buena y la mala. Unos lo llaman falsedad, otros cinismo, pero.. ¿quien nunca ha utilizado sus dos caras? El que este libre de pecado, que tire la primera piedra.
En numerosas ocasiones convivimos con personas a las que catalogamos como "no afines a nosotros", su movida no va conmigo, sus gustos no son los mios y cuando nos los cruzamos ponemos la carina buena. Esa cara de no haber roto un plato en la vida y de estar contentos de encontrarlos. Esa es la primera forma de poner la cara B, como en las cintas de casette.
Otra forma de poner la otra cara es cuando nos creemos cosas que no somos. Queremos aparentar cosas a las que no llegamos. Queremos ser el centro de atención (qué será otra de las reflexiones proximas, esos centros de atención) y hacer creer a otras personas algo que no somos. Normalmente lo hacemos para "quedar mejor", "sentirnos dentro de la onda del grupo", "destacar sobre el resto", "llamar la atención"... ¡¡Como nos gusta que el resto hable de nosotros!!
En definitiva, a lo largo de la vida de una persona, te vas encontrando con personas muy diferentes y te encontrarás con personas con doble cara (que yo creo que todos la tenemos, y que antes o después la sacamos) que buscarán llamar tu atención, quedar bien con la gente que la rodea o simplemente, conseguir ser el centro de atención, como si fuera un mal actor o una mala actriz.
Vive tu vida, se tu mismo/a, y si tienes que poner la cara B, escoge el momento preciso, el lugar correcto y las personas idóneas.
Vive tu vida, se tu mismo/a, y si tienes que poner la cara B, escoge el momento preciso, el lugar correcto y las personas idóneas.